Alfons Bech
Comprensión. Eso es lo que mayormente esperan. Parece que es poco, pero es lo más importante para ellos.
Me reciben dirigentes de la FPU en su céntrico y reformado edificio de la plaza de Maidan. El presidente de la Federación de Sindicatos de Ucrania, FPU, Grigory V. Osovoy, es un viejo sindicalista. Por el lugar que ocupa y por tradición, ha tenido contactos internacionales durante muchos años. La entrevista fue con él y con los responsables de comunicación y organización, de internacional y del ramo de construcción.
Agradecen la campaña internacional que han hecho sindicatos de Francia, Reino Unido y otros países, enviando convois de solidaridad material y humanitaria. También la recogida de firmas pidiendo al presidente Zelensky que no ratificara varias leyes. En particular la ley 5371 que da facilidades para el despido a los patronos de empresas de hasta 250 trabajadores. Están al corriente de que esas campañas fueron desarrolladas por la Red Europea de Solidaridad con Ucrania (ENSU en sus siglas en inglés) y por Labour Star de manera paralela. También conocen que hemos acordado trabajar conjuntamente ENSU y Labour Star para continuar con la solidaridad con Ucrania. Consideran que gracias a que la lucha de los sindicatos ucranianos ha obtenido el apoyo internacional la ley 5371 sólo será vigente durante el periodo de la ley marcial. Una pequeña victoria.
A la pregunta de qué esperan de los sindicatos occidentales, Osovoy me dice “Hemos enviado unas setenta cartas a sindicatos de Europa occidental y otros países pidiéndoles apoyo ante la agresión que tenemos. Y muchos nos han respondido que nos apoyan y que desean que se resuelva el conflicto interno que tenemos. Pero nosotros no tenemos ningún conflicto interno como país. Lo que tenemos es una agresión exterior. Eso es lo que deben entender nuestros colegas sindicalistas.”
En las oficinas de la Confederación de Sindicatos Independientes de Ucrania, KVPU, soy recibido por Nataliya Levytska, presidenta adjunta de unos cuarenta y algo años, y también por la responsable internacional y otro joven responsable técnico administrativo, ambos de unos veintitantos años. Son unas oficinas muy modestas, en comparación con las de FPU. Olesia, la responsable internacional, nos responde casi de la misma manera a la misma pregunta: “Los sindicatos occidentales deben entender que estamos bajo una guerra de agresión de otro país. Si Rusia ganara la vida de los trabajadores de Ucrania sería mucho peor. En los territorios ocupados se puede ver claramente esto”.
Me dice que hubo una rápida respuesta de completo apoyo a su lucha contra la invasión desde los sindicatos independientes de Bielorrusia. Ellos sí entendieron enseguida que Ucrania tenía que resistir y ganar al imperio ruso. No es casualidad. Rusia sostiene a Lukachenko como fiel aliado al frente de Bielorrusia desde siempre, pero particularmente después de las últimas elecciones donde los resultados fueron cambiados para evitar la caída del régimen dictatorial. Cuando la gente salió en masa a la calle a protestar por el pucherazo y el régimen podía caer, Putin envió sus tropas en apoyo a su valido. Lukachenko empezó una represión que se ha reforzado con la guerra contra Ucrania. Todos los dirigentes de los sindicatos independientes de Bielorrusia están en cárcel y el sindicato prohibido.
Grigory, el presidente de la FPU, me explica que en 2014 hubo ya una guerra en el Donbas. Y también que Rusia ocupó Crimea sin guerra alguna. Pero eso no calmó el apetito de Putin. Quería Ucrania entera. Por eso considera que los sindicatos y trabajadores occidentales deben apoyar la victoria de Ucrania sobre Rusia, porque si no se derrota al agresor, éste seguirá tratando de expandirse. “Esta vez no puede volver a pasar que Rusia cambia a su voluntad las fronteras. Si no lo derrotamos ahora, el problema seguirá latente”. Considera que esto es un problema de seguridad para toda Europa, no es cierto que sólo afecte a Ucrania. Si hay un cambio de fronteras por la fuerza debido a una invasión militar no habrá estabilidad en Europa. Si Rusia ganara afectaría a otros países europeos que estarían en peligro, como Finlandia o Lituania.
Olesia también agradece la ayuda humanitaria recibida de los sindicatos. Ella y el joven administrativo me muestran la sala donde guardan todos los materiales y equipos. Me dicen que la semana pasada estaba la sala llena, hasta arriba. Lo están distribuyendo lo más rápido que pueden. Y también, como FPU, agradecen la firma de la campaña que hemos llevado contra la ratificación de las leyes antiobreras. Le explico que hay debate y reticencias a apoyar el envío de armas a Ucrania entre colegas sindicalistas de mi país. Incluso colegas míos que han firmado contra esas leyes son reticentes a apoyar la victoria de Ucrania porque tiene un gobierno neoliberal que aprueba leyes antiobreras en plena guerra. No lo entiende. Le cuesta entender que haya personas que puedan apoyar a la gente trabajadora frente a leyes neoliberales, pero se abstengan ante una ocupación y una guerra absolutamente injusta. “¿Se puede estar contra Zelensky pero no estar por la retirada de Rusia fuera de Ucrania?” se pregunta con cara de sorpresa.
Olesia considera que la guerra es mucho peor que cualquier otro ataque: mueren personas, se destruyen fábricas y empresas, infraestructuras importantes, se rompe la cadena normal de producción, muchos servicios se paralizan, millones de personas tienen que huir y separarse de sus seres queridos…Todo el país sufre y quienes más sufren son las clases populares. Entonces, apoyar a los trabajadores ucranianos frente al gobierno Zelensky en sus ataques neoliberales está muy bien, pero no es consecuente quedarse de brazos cruzados ante la destrucción de un país por una potencia extranjera. La guerra lo condiciona todo. “Si no se para los pies a la ocupación imperialista rusa de los territorios de Ucrania, no es posible mejorar la vida de la clase trabajadora.”
Eso es lo que piensan personas que dirigen las dos principales centrales sindicales de Ucrania. Son sindicatos diferentes, a veces compiten entre sí, como ocurre en muchos otros países. Pero su discurso ante la guerra y ante lo que piden a los trabajadores y sindicatos internacionales es el mismo: que comprendan que deben apoyar su país frente al invasor, que no se abstengan. Es así como pueden apoyar a la clase trabajadora de Ucrania. Una vez ganen la guerra los demás problemas se podrán resolver mejor. Entre ellos el Donbas o Crimea. También las leyes laborales. Pero si Rusia ganara sería vivir bajo ocupación y dictadura. Como ahora pasa en Bielorrusia o peor.