Nikolay Mitrokhin
[Para justificar la invasión en Ucrania, Moscú reescribe la historia del conflicto del Donbass desde 2014. El historiador ruso Nikolay Mitrokhin denuncia el papel central del Kremlin en este enfrentamiento, así como los saqueos y el terror organizados por las fuerzas “prorrusas”.]
Algunos de mis amigos de Facebook están discutiendo muy seriamente el eslogan putiniano “Ellos [la población civil rusa del Donbass] han estado bajo el fuego de artillería desde hace ocho años”... No todos estos amigos tenían la edad suficiente para seguir la actualidad en 2014, y otros han podido, desde entonces, simplemente olvidar (si es que lo habían sabido antes) los elementos siguientes:
No hay ningún pueblo de Donbass
No hay pueblo de Donbass. Esta es una construcción ideológica que la propaganda del Kremlin ha introducido con fuerza en la conciencia de rusos y ucranianos desde 2014. Además, ocho años después, las dos entidades administrativas, relativamente pequeñas, que se supone que representan este proyecto de conjunto, siguen divididas, separadas por puestos de control aduaneros y policiales. La población de las dos regiones administrativas ucranianas de Donetsk y Luhansk/Lugansk inicialmente era muy diversa. Su identidad era plural, había tanto simpatías pro-ucranianas (bastante marcadas en el norte de la región de Lugansk y el oeste y el sur de la región de Donetsk) como simpatías pro-rusas en las ciudades mineras e industriales y en la población rural (cosaca) del sur de la región de Lugansk. Por otra parte, antes del inicio de los combates en Donbass, el deseo real de reunificación con la Federación Rusa o de federalización de estas regiones era manifestado por alrededor de un tercio de la población de este conjunto; otro tercio estaba a favor de una mayor integración con Rusia, y el último tercio por el mantenimiento del statu quo. Por lo tanto, el activismo prorruso se concentró en algunas de las localidades de la región, mientras que estuvo ausente en otras, en las que las autoridades y luego el ejército ucraniano encontraron un apoyo local (por ejemplo, en Debaltseve/Debaltsevo). El pseudo-referéndum sobre la creación de las repúblicas populares se organizó en el contexto de un vacío de poder, y solo en una parte de las localidades (principalmente en la aglomeración de Donetsk) en un número muy reducido de los colegios electorales habituales. Se ignora pura y simplemente que porcentaje de la población realmente votó; no se llevó a cabo ni estaba prevista ninguna verificación externa de los resultados.
Sin levantamiento popular
No hubo levantamiento popular en esta región. La asistencia máxima registrada en un mitin prorruso en Donetsk (una ciudad millonaria) fue de alrededor de 30 a 35.000 personas, el número máximo de atacantes que tomaron parte en el asalto a edificios administrativos, y luego participaron en batallones de la milicia popular fue de 1.500 a 2.000 personas en las grandes ciudades. Además, una parte significativa de estas personas, si no la mayoría, eran sea miembros de bandas armadas de pequeñas ciudades (como el grupo Stakhanov, del que se originó el Estado de Lugansk), sea ciudadanos/as de la Federación Rusa que habían comenzado a llegar para socavar el Estado ucraniano ya en febrero de 2014 (como muchos de los futuros jefes armados sobre el terreno). Pero hasta junio-julio de 2014, las autoridades ucranianas permanecían presentes en la mayoría de las ciudades del Donbass, a través de las municipalidades y de los alcaldes, en paralelo con la actividad de los grupos que se presentaban como “repúblicas populares”.
Las batallas militares en el Donbass comenzaron a iniciativa de la Federación Rusa, que armó y dejó cruzar la frontera al grupo “batallón de Crimea” del teniente coronel del FSB [Servicio Federal de Seguridad, el servicio secreto ruso] retirado Igor Guirkine (Girkin), especialista primero del tema checheno, luego del ucraniano, también conocido bajo el seudónimo de Strelkov1/. Significativamente, el batallón estaba compuesto por ex miembros de las fuerzas especiales de la Dirección General de Inteligencia (GRU) y otras unidades de combate especializadas del ejército ruso entrenadas en actividades de distracción (término con el que nos referimos a actividades terroristas). Girkin no era un oficial ordinario del FSB. Estuvo estrechamente vinculado al submundo militante y terrorista de los nacionalistas rusos armados (incluido, indirectamente, al grupo terrorista neonazi BORN2/) y a los black diggers (cazadores negros) del mercado ilegal de armas. Incluso moderó un foro en línea dedicado a estos temas. Fue nuevamente Girkin quien, después del asalto a los edificios administrativos en la ciudad de Sloviansk/Slaviansk el 12 de abril de 2014, inició las batallas militares con la policía y luego con el ejército ucraniano. Comenzó disparando por sorpresa a los agentes del Servicio de Seguridad de Ucrania (SBU) que habían llegado para hacer un balance de la situación en la ciudad.
El fuego de artillería en Sloviansk comenzó después de que Girkin usase un mortero autopropulsado Nona capturado al ejército ucraniano para bombardear posiciones enemigas [ucranianas]. Con este fin, la Nona (y más tarde otras armas traídas a la ciudad, en parte capturadas al ejército ucraniano y en parte suministradas por el ejército ruso) disparó desde las áreas residenciales de la ciudad. Los intentos de destruirlo resultaron en disparos de obuses a edificios de apartamentos y a destrucciones. Pero la gente del pueblo que vivía allí tuvo mucho tiempo para evacuar hacia el lado ucraniano o hacia el lado prorruso, incluso en transporte público.
Omito (dada la magnitud de los hechos allí ocurridos: para ir rápido) todo el período de la guerra que va desde el verano de 2014 hasta principios de 2015, durante el cual el ejército ucraniano intentó liberar su territorio de las unidades (y, a decir verdad, a menudo bandas) de jefes armados sobre el terreno que luego acudieron en masa a este territorio desde toda la antigua URSS, e incluso desde países extranjeros lejanos. Intentaron utilizar el tejido urbano para causar el máximo daño al ejército ucraniano y para infligirse el menor daño posible a sí mismos. Girkin incluso sugirió, según su aliado en ese momento Alexander Zakharchenko (Zaharčenko)3/, hacer volar los edificios de varios pisos ubicados en la entrada de Donetsk, para facilitar la defensa de sus posiciones. Más tarde, los activistas que investigaban los atentados con bombas en Moscú y otras ciudades rusas en 1999 encontraron una similitud innegable entre el boceto del terrorista que colocó las bolsas de RDX en un edificio en Ryazan y el retrato de Guirkine, que saltó a la fama en 2014. En 1999, Guirkine era un oficial del FSB que luchó contra el terrorismo yihadista salafista en el norte del Cáucaso -primero en Daguestán, luego en Chechenia-, por lo que esta teoría es atractiva, aunque no está verificada hasta la fecha4/.
Saqueo y terror
Finalmente, sobre lo que sucedió después del cese de los combates más intensos, a principios de 2015. Sí, el ejército ucraniano y las milicias populares de las repúblicas populares controladas por Rusia intercambiaron periódicamente fuego de artillería. Dado que la mayor parte del tiempo la frontera que los separaba seguía exactamente los límites de las aglomeraciones de Donetsk y Lugansk (que no deben confundirse con los límites de las regiones administrativas), es decir, se encontraba entre las densas áreas urbanas bajo el control de las dos repúblicas de Donetsk y Lugansk (a partir de aquí denominadas por sus siglas en ruso: DNR y LNR) y los suburbios y campos estaban bajo el control del gobierno ucraniano (que, no lo olvidemos, controlaba los dos tercios del territorio de cada región administrativa), los disparos lanzados desde los barrios urbanos provocaron respuestas hacia los lugares de donde habían partido. A su vez, los proyectiles de artillería y los cohetes de las repúblicas populares a menudo caían en las ciudades y pueblos ocupados por Ucrania. Además del famoso bombardeo de las zonas residenciales de Mariupol y Kramatorsk (durante el período de combate de 2014-2015) con cohetes (rusos), Avdeyevka (la primera ciudad al oeste de Donetsk ocupada por el ejército ucraniano), Stanytsia Luhanska (un suburbio al norte de Lugansk, controlada por Ucrania), Mariupol y otras ciudades también se vieron constantemente afectadas después de 2015.
Sin embargo, estos bombardeos no fueron muy intensos. Y los dos bandos apuntaban principalmente a los militares, en lugar de simplemente disparar indiscriminadamente. Por eso, durante los combates, los habitantes de las zonas de primera línea que, por cualquier motivo, no podían o no querían evacuar, se sentaban en los sótanos. Pero el 98% de los habitantes llevaba una vida normal, según las autoridades de la DNR y la LNR (en conjunto: LDNR), cuando en realidad en 2014-2015 habían sufrido los saqueos y el terror de estas mismas nuevas autoridades respaldadas por Rusia. La toma de control de esta parte de Ucrania por bandas criminales disfrazadas de fuerzas de autodefensa popular resultó en el mayor robo de la historia postsoviética. A todos los ciudadanos adinerados les confiscaron su dinero, coches y viviendas los jefes armados sobre el terreno, muchos de ellos y sus familiares pasaron por los sótanos, subsuelos insalubres donde fueron torturados y humillados mientras esperaban que sus familiares reuniesen el importe de los secuestros. No todos sobrevivieron, ni mucho menos (y muchos perdieron allí la salud). Las personas interesadas pueden buscar en Google la historia de la más sangrienta de las bandas: URSS-Bryanka (una unidad especial encargada de controlar la retaguardia de la LNR), pero esta fue solo una de las decenas de formaciones de este tipo, la mayoría de las cuales ya no existen hoy. De hecho, muchos jefes armados sobre el terreno y combatientes murieron en Donetsk a manos de sus camaradas de armas y de sus aliados y solo en 2017 la situación volvió, relativamente, a la normalidad, dicho de otra forma al aplastamiento de toda oposición política y a los rencores y asesinatos permanentes en el reparto del botín de la vertical del poder5/.
Tres personas en particular no participaron en las celebraciones que marcaron el reconocimiento de la República Popular de Lugansk por parte de la Federación Rusa: sus tres primeros jefes de Estado. Oficialmente, Gennady Tsypkalov se ahorcó en una celda en Lugansk en 2016; Valery Bolotov murió de un infarto en Moscú en 2017; e Igor Plotnitsky dimitió de su cargo en 2017. Extraoficialmente, Tsypkalov fue estrangulado, Bolotov envenenado durante una reunión con el ex presidente del Parlamento de la República Popular y Plotnitsky fue destituido de su cargo en un golpe de estado armado. Detenido en Rusia, nunca más se ha sabido de este último.
En revancha si estuvo presente el actual jefe de la República Popular de Lugansk, en el cargo desde 2017, el coronel retirado de los servicios de seguridad ucranianos Leonid Pasechnik. Pasechnik pasó todo el período de hostilidades en 2014 en los territorios controlados por Ucrania y decidió hacer carrera en la República Popular solo a partir de octubre de 2021. La situación de los recientes dirigentes de la República Popular de Donetsk es inquietantemente similar: muchos de los mafiosos en los que se basó el Kremlin para tratar de crear la impresión de un “levantamiento popular” en el Donbas murieron tan violentamente como vivieron. Todos han hecho todo lo posible para destruirse unos a otros en los cinco años transcurridos desde el nacimiento de esta zona sin ley en el este de Ucrania.
Durante este tiempo, la LDNR ha experimentado un deterioro de su economía debido al control ruso. Los derechos de los propietarios no fueron protegidos, sus bienes les fueron extorsionados y luego redistribuidos entre los perpetradores de estas extorsiones. Las fábricas e instalaciones que alguna vez fueron el orgullo de estas regiones fueron cortadas como chatarra y enviadas a Rusia por casi nada, los y las trabajadores/as de las fábricas restantes no recibieron sus miserables salarios durante seis meses, y todos las escasos beneficios de este antes próspero territorio pasaron a manos de los funcionarios y de los oligarcas de Moscú. Al menos un tercio de la población (quizás hasta la mitad) abandonó el territorio hacia Ucrania o Rusia simplemente porque no era seguro vivir allí, no por los bombardeos, sino por las atrocidades de los vencedores y de la ausencia de vida económica normal.
Es un buen pretexto, por supuesto, para decir, como dice Putin, que debemos proteger a la gente de allí. La cuestión es saber contra quién.