Los jóvenes de izquierda y antifascistas rusos enfrentan una represión despiadada a manos del Estado, con largas condenas a prisión por terrorismo tras confesiones obtenidas mediante tortura. El principal objetivo parece ser silenciar una persistente resistencia a la guerra.
Un nuevo engendro se está inventando en Rusia contra la juventud de izquierda: el caso de la célula moscovita de la organización Set («La Red», en ruso). A pesar del discurso de las autoridades, no hay jóvenes izquierdistas en la mencionada célula. De hecho, tal célula no existe en absoluto. Los informes oficiales mencionan solo el nombre de Azat Miftakhov.
Matemático y anarquista ruso de origen tártaro, Miftakhov tiene 30 años y se graduó magna cum laude en la Facultad de Mecánica y Matemáticas de la Universidad Estatal de Moscú. Dedicado a la ciencia, ha participado también en campañas anarquistas contra patronales inescrupulosas y empresarios dedicados a expulsar inquilinos de sus viviendas. Ganador de las Olimpíadas Matemáticas de Todas las Rusias, en el momento de su detención Miftakhov estaba a punto de defender su tesis doctoral.
En la noche del 30 de enero de 2018, desconocidos rompieron una ventana en la sede del distrito moscovita del partido de gobierno Rusia Unida y arrojaron una bomba de humo al interior. En el edificio no había nadie y, en consecuencia, nadie resultó herido. Fue una acción de protesta contra la elección presidencial a celebrarse en marzo, considerada por muchos como un fraude. Un grupo anarquista asumió la responsabilidad por el hecho.
Miftakhov fue llevado ante los tribunales un año después. En otro caso paralelo, 12 personas fueron detenidas el 1 de febrero, luego de que el Servicio Federal de Seguridad (FSB, por sus siglas en ruso) las sindicara como parte del movimiento anarquista Autodefensa del Pueblo. Miftakhov estaba entre ellos. El mismo día, todos excepto él fueron liberados. Se había negado a testificar contra sí mismo y contra los demás, así que las fuerzas de seguridad le endilgaron ambos casos. Usando testimonios falsos de testigos anónimos, Miftakhov fue sentenciado a seis años de prisión, de los que ahora deberá cumplir tres, dado el tiempo que ya pasó detenido.
EL CASO DE LA RED
Las fuerzas de seguridad no parecen querer dejar en libertad a Miftakhov una vez finalizada su condena. El FSB trata ahora de demostrar que el matemático pertenece a la «célula moscovita de la comunidad terrorista La Red». En 2020, basándose en confesiones obtenidas mediante tortura, un tribunal condenó a diez antifascistas de Penza y San Petersburgo a penas que oscilaban entre los tres años y medio y los 18 años de prisión. Los siloviki, o servicios especiales, dicen que La Red planeaba ataques terroristas antes de las presidenciales rusas y la Copa FIFA 2018 para desestabilizar el país y dar un golpe de Estado.
El testimonio sobre Miftakhov que puede servir de base para un nuevo caso lo dio Igor Shishkin, uno de los acusados en el caso La Red. Tras su liberación y asilo político en Francia, Shishkin ha contado cómo el FSB lo torturó para que testificara. Si Miftakhov es condenado, se enfrenta a muchos más años de prisión.
La persecución y sentencia de Miftakhov han sido condenadas por Human Rights Watch, la Sociedad Matemática de Londres y la Unión Matemática Internacional. También lo han sido por Slavoj Žižek, Noam Chomsky, Jean-Luc Mélenchon, David Graeber y muchos otras figuras de izquierda.
CAUSAS CONTRA LA IZQUIERDA
El de Miftakhov es uno de los muchos montajes legales contra la juventud opositora de izquierda en la Federación Rusa. A jóvenes antifascistas de la ciudad de Tiumén se los torturó para obtener testimonios que permitieran encarcelarlos: fueron golpeados, estrangulados con una bolsa, electrocutados y amenazados con que serían violados con un lampazo. Se los acusó de crear una asociación terrorista, intentar volar estaciones militares y policiales y sabotear las vías férreas que llevan equipos militares al frente ucraniano. Se enfrentan a penas de entre 15 y 30 años de prisión, e incluso a cadenas perpetuas.
Un grupo de adolescentes de la ciudad de Kansk fue detenido en 2020 por repartir volantes en apoyo de Miftakhov. Fueron acusados de preparar atentados terroristas. Nikita Uvarov, de 16 años, fue sentenciado a cinco años en una «colonia educativa».
La represión golpea no solo a los jóvenes anarquistas y antifascistas, sino también a comunistas. Dmitri Chuvilin, miembro de la Asamblea Estatal de Baskortostán y exmiembro del Partido Comunista de la Federación de Rusia, fue acusado junto con sus camaradas de conformar una organización terrorista por participar en un grupo de lectura marxista. En los hechos, las fuerzas del orden parecen estar reaccionando a su rol en protestas ecologistas.
Kirill Ukraintsev, líder del sindicato de repartidores Courier, pasó un año en la cárcel. Uno de los cargos en su contra fue por haber llamado en las redes a acudir al juicio de Miftakhov. Los editores de la revista Doxa, que se ha convertido en la principal vocera de la protesta estudiantil, pasaron un año en arresto domiciliario y fueron condenados a trabajos forzados por «llamar a menores de edad a participar en actos políticos».
En abril, Daria Trepova, una joven de 26 años vinculada al feminismo, fue detenida por su presunta participación en el asesinato del propagandista de ultraderecha Vladlen Tatarsky. Una nueva campaña contra las feministas ha sido lanzada por el Estado en conexión con este caso y la Duma Estatal discute seriamente una ley que califica al feminismo de ideología extremista.
El 25 de julio, fue arrestado en Moscú Borís Kagarlitski, sociólogo y teórico marxista de renombre mundial. Se le acusa de «justificar el terrorismo» por sus declaraciones contra la agresión de Putin a Ucrania y se enfrenta a hasta siete años de prisión.
DISIDENCIA CONTRA LA GUERRA
Desde la invasión a Ucrania e incluso tras la disolución del levantamiento de Prigozhin, la competencia entre los grupos de extrema derecha rusos, vinculados de diversas formas con el gobierno y el FSB, no ha cejado. Algunos de ellos incluso esperan que el Estado encare una movilización total de tipo fascista, que, creen, es la única forma de ganar la guerra.
Cuanto más feroz sea esta competencia, más fuerte será la demanda por organizar una agenda democrática y de base contra la guerra. Aquellos con puntos de vista de izquierda, antifascistas y feministas constituyen en gran medida el marco de la sociedad civil de la Rusia actual. Al mismo tiempo, carecen de la visibilidad de muchos políticos liberales. «La demanda masiva de una alternativa democrática de izquierda en la sociedad se combina con el dominio de figuras derechistas en la primera plana de la oposición», comentó el recientemente exiliado político socialista Mijaíl Lobanov en una entrevista con el medio Republic.
En el exterior todavía existe el estereotipo de que en Rusia solo la oposición liberal se enfrenta a Putin. Esta percepción a menudo es compartida tanto por oponentes como por simpatizantes de Putin a nivel internacional, incluidos los izquierdistas que creen que Putin está construyendo un «mundo multipolar» y que, por lo tanto, es una especie de aliado táctico de la izquierda. Pero la multipolaridad de Putin significa, entre otras cosas, el derecho de los países a consagrar la homofobia de Estado en nombre de los «valores tradicionales».
Elena Gorban, la esposa de Miftakhov, reveló recientemente que al matemático preso se le ha atribuido un estatus más bajo entre la jerarquía informal de los presos debido a su bisexualidad, luego de que el FSB distribuyera entre otros reclusos viejas fotos suyas. Gorban cree que con esto los agentes buscan presionar aún más a Miftakhov.