Patrick Le Tréhondat
Vitaliy es un joven activista revolucionario ucraniano. La guerra del 24 de febrero le cogió por sorpresa en Kherson. Allí vivió de cerca la agresión rusa. Por rechazar un pasaporte ruso, que negaba su identidad ucraniana, fue deportado al centro de Rusia, donde vive en la más absoluta indigencia, vendiendo su fuerza de trabajo por una miseria, con el miedo constante al peligro que le acecha. Esta entrevista llevó algún tiempo. Los medios de comunicación seguros no favorecen los intercambios rápidos. Vitaliy, que sufre problemas de salud, suele acabar agotado por sus interminables jornadas de trabajo. En esta entrevista habla de su vida cotidiana, de la sociedad rusa en un momento de "operación militar especial" y de sus esperanzas. A pesar de su dramática situación, Vitaliy no ha perdido su espíritu militante y de lucha. Con sus camaradas, participó en el sabotaje de instalaciones militares rusas, y en la empresa donde trabajaba organizó una huelga para aumentar los salarios. A los pocos días de nuestra conversación, se enteró de que su padre había sido cobardemente asesinado por soldados rusos. Este trágico suceso le deprimió profundamente y ralentizó el ritmo de sus respuestas a las preguntas que le planteé. Su testimonio es doloroso. Para Vitaliy, "ya es medianoche en este siglo".
¿Puedes decirnos qué te ha ocurrido desde el 24 de febrero de 2022?
Hasta el 24 de febrero de 2022, mi vida estaba llena de todos los placeres de la juventud: amigos inteligentes y divertidos, estudios universitarios, pasión por aprender, una vida creativa activa. Por supuesto, mucho antes de que comenzaran las hostilidades en Kherson, Mariupol, Kharkiv, Zaporijjia observaba la situación política en mi país, podía ver que Rusia había estado llevando a cabo una política militar agresiva hacia el Estado ucraniano desde 2014, declarando indirectamente la posibilidad de una ofensiva total y la toma de la mayor parte del territorio ucraniano. Pero quise creer hasta el final que el gobierno ruso no llegaría a semejante locura. De hecho, hasta el 24 de febrero mi vida era completamente serena y pacífica, estudiaba intensamente la doctrina marxista, escribía artículos para mi comunidad trotskista de 2.500 lectores. Entonces, un día, cuando aparecieron nubes negras de humo en el claro cielo invernal, me di cuenta de que la vida ya no volvería a ser la misma, porque la guerra había comenzado. Aún recuerdo muy claramente ese día, temprano por la mañana, me desperté oyendo a una mujer llorando. Yo dormía en una residencia con varias chicas. Todos en la habitación se despertaron al oír a una de ellas llorar tan fuerte que le preguntaron qué había pasado, a lo que ella respondió: "Ha empezado". Todos se quedaron perplejos y empezaron a preguntar qué había "empezado" exactamente, pero ella simplemente no contestó y siguió sollozando. Más tarde, empecé a oír un estruendo fuera, en algún lugar a lo lejos, y el panorama se aclaró. Resultó que aquella chica llorosa tenía un novio que servía en el ejército ucraniano y había sido de los primeros en ser atacados por los invasores rusos. Yo estaba desconcertado, todo a mi alrededor me parecía un sueño, porque no me lo había esperado en absoluto. Lo primero que nos sorprendió a todos fue la conmoción y el miedo, y luego todos los estudiantes de la residencia empezaron a recoger sus cosas a toda prisa y a marcharse. Yo tuve que alojarme en un albergue, en el mismo Kherson, porque mi casa y mis padres estaban en manos de los invasores rusos el primer día , aunque Kherson resistió bastante tiempo, a pesar de la clara ventaja del ejército ruso. Todos los habitantes de Kherson empezaron a vaciar las estanterías de las tiendas o a marcharse a las regiones occidentales de Ucrania sin hacer preguntas. El caos total empezó a reinar en la ciudad. Ese mismo día, salí a la calle para documentar lo que estaba ocurriendo. Me mantuve en contacto permanente con mis camaradas, informándoles de lo que ocurría directamente sobre el terreno. Filmé las primeras grandes explosiones, los primeros incendios y los primeros incidentes. Mientras todo el mundo entraba en pánico, yo trataba de filmar cuidadosamente lo que ocurría a mi alrededor. Cuando el ejército ruso se acercó a Kherson y comenzaron las primeras batallas por el puente Antonovsky, muchos ciudadanos se prepararon inmediatamente para formar destacamentos partisanos y unirse a la defensa territorial y al ejército ucranianos. El pueblo de Kherson opuso una resistencia verdaderamente heroica a la ofensiva, a pesar del miedo y el hambre. E incluso cuando el ejército Z [ruso] tomó completamente la ciudad, la gente se manifestó pacíficamente durante varios meses, declarando "Kherson es Ucrania".
Vi con mis propios ojos a tropas rusas en el centro de la ciudad disparando con munición real contra personas que participaban en una manifestación pacífica. Enseguida me di cuenta de que era muy peligroso quedarse allí, pero sólo quienes tenían medios económicos podían abandonar la ciudad ocupada de Kherson.
En marzo tuve la oportunidad de viajar de Kherson a mi domicilio. Tuve que borrar todas las imágenes que había tomado porque a la vuelta, en los puestos de control, los militares rusos comprobaban el contenido de los teléfonos de todo el mundo y golpeaban brutalmente a quienes no querían someter su móvil a inspección. A menudo había problemas de electricidad e Internet, así que mi tiempo libre lo pasaba sobre todo leyendo libros. También había una grave escasez de alimentos, lo que hacía la vida muy difícil. Por último, mi vida estaba amenazada todos los días, ya que había tanques por todas partes, gente armada y explosiones a todas horas.
A mediados del verano de 2022, un depósito de municiones ruso explotó en mi pueblo, matando a unos 3.000 soldados rusos que acababan de regresar del frente. Como consecuencia, los proyectiles siguieron explotando durante varios días, lo que dio lugar al inicio de lo que se conoció como la evacuación. Hasta el último momento no supe en qué tipo de lugar iba a vivir.
¿Cómo se vive en Rusia?
Llevo un año viviendo en el centro de Rusia, en las mismas condiciones que todos los ciudadanos de aquí. Me obligaron a sacarme un pasaporte ruso y los documentos pertinentes. Pasé todo el año en un viejo hotel barato con otros refugiados, y sigo en ese hotel. Tengo 12 metros cuadrados para compartir con otra persona, lo que no es muy agradable. La comida es gratuita para todos los refugiados, pero es de muy mala calidad, así que la dejé hace mucho tiempo. Y en general, la situación no es muy favorable, la mayoría de la población vive en la pobreza real, el índice de criminalidad es muy alto en la zona donde está el hotel en el que vivo. Casi nada más llegar aquí, empecé a buscar activamente trabajo para alimentarme, para ayudar a mis padres que se habían quedado en los territorios ocupados, pero no me sorprendí cuando me di cuenta de que aquí no había prácticamente ningún trabajo bueno, que había una explotación inhumana por todas partes, y que si no conoces a ningún hombre de negocios o funcionario importante en Rusia, aquí no eres nadie. Así que me pasé casi un año vendiendo mi trabajo por unos céntimos, como hace la mayoría de la gente aquí. Suelo trabajar 240 horas al mes, así que no siento que esté creciendo como ser humano, no tengo tiempo para actividades culturales ni para salir a pasear. Me sigue costando hacer buenos amigos aquí, porque todos los jóvenes conscientes se van a San Petersburgo o a Moscú, o abandonan Rusia, y yo no tengo la posibilidad.Me invade un miedo subconsciente todo el tiempo que estoy aquí, porque estoy en un país que atacó al país donde nací. La amenaza está en todas partes, nada inspira confianza. Como víctima de la guerra, no recibo ninguna compensación ni apoyo psicológico, que creo que es esencial para los supervivientes de la guerra.
Quizá lo más molesto es que aquí no tengo gente afín, aunque conozco a mucha gente.
¿Cómo te ven los rusos como ucraniano?
La gente con la que me comunico reacciona normalmente ante mi nacionalidad. Personalmente, no he experimentado ninguna forma de opresión nacional en todo el tiempo que llevo aquí. Algunas personas incluso me expresaron su apoyo, diciendo que también estaban en contra de la guerra, pero el miedo a ser castigados por sus opiniones les impidió expresarse abiertamente. Sólo conozco algunas historias en las que otros refugiados que vivían conmigo en el hotel fueron insultados por ser ucranianos. Básicamente, creo que la hostilidad hacia los ucranianos en Rusia no es un sentimiento generalizado entre la población.
¿Se habla donde vives sobre la guerra en Ucrania?
Aunque la ciudad donde vivo está muy lejos de la zona de hostilidades, mucha gente sigue interesándose por la situación de la guerra con Ucrania. Básicamente, puedo distinguir entre dos tipos de personas: algunas apoyan totalmente las acciones de Putin, otras se oponen categóricamente al gobierno de Rusia. Pero las y los seguidores de Putin son más numerosos, porque mucha gente aquí ha sido alimentada activamente con propaganda durante décadas. Desde el 24 de febrero de 2022, la población sigue cada vez más de cerca las noticias y los acontecimientos en Ucrania, aunque casi la mayoría sigue tranquilamente su vida apoyando o negando pasivamente lo que hacen los actuales gobernantes en Rusia.
Últimamente, en las calles se ven cada vez más carteles que llaman a alistarse en el ejército ruso. Esto demuestra claramente la escasez de personal en el frente. Y no quieren otra oleada de movilización, porque la primera fue horrible en todos los sentidos. Tanto más cuanto que, como sé, desde este curso escolar todas las escuelas rusas han introducido una nueva asignatura llamada "hablar de lo importante", en la que se informa a los niños sobre la guerra con Ucrania, se les somete a la propaganda imperialista rusa y se les imbuye de odio hacia el pueblo ucraniano.
¿Ves consecuencias económicas de la guerra en Ucrania?
Como llegué a Rusia a mediados de agosto del año pasado, no puedo decir exactamente cómo era la situación económica antes del comienzo de la ofensiva a gran escala. Varias veces pregunté a la gente de aquí si habían sentido algún efecto grave derivado de las sanciones después del 24 de febrero, y casi todo el mundo dijo que era mínimo. Los precios de los alimentos básicos prácticamente no han variado. Creo que cuanto más dure la guerra, más graves serán las consecuencias para la economía rusa, pero estas consecuencias no serán inmediatas, y el gobierno siempre intentará ocultarlas.
¿Tenías actividades políticas en Ucrania?
Antes de que estallara la guerra, yo era más activo políticamente en Ucrania que ahora, por razones objetivas. Mi actividad principal era escribir artículos marxistas y de orientación trotskista de todo tipo. Como sabes, en la ciudad ucraniana en la que estudiaba, había de hecho bastantes grupos de extrema derecha que pegaban panfletos de propaganda nazi y dibujaban pintadas nazis, y yo intentaba contrarrestarlos: borraba las pintadas nazis y dibujaba pintadas comunistas en su lugar, y llevaba a cabo todo tipo de campañas dentro de la universidad en la que estudiaba, pero sobre todo escribía artículos, actividades que se hicieron difíciles de mantener cuando la guerra llegó a la ciudad.
Actualmente no es especialmente fácil dedicarse a la actividad política de oposición en Rusia, ni siquiera en línea, porque incluso las redes sociales rusas están controladas por el Estado burocrático, pero es posible encontrar una salida de una forma u otra. De momento trabajo un poco escribiendo artículos para un recurso que tiene casi cinco mil lectores, pero eso no es suficiente, porque los artículos tratan todos de temas educativos, y quiero hacer un llamamiento a la acción. De un modo u otro, mis camaradas y yo cometimos un gran sabotaje en Moscú hace un mes, que influyó enormemente en el estado del ejército ruso. No entraré en los detalles de este sabotaje, por supuesto, por mi propia seguridad y la de mis camaradas. Básicamente, es difícil mantener la actividad política, teniendo en cuenta además que, por encima de todo, hay que trabajar muy duro para al menos alimentarse. Cuando llegué aquí por primera vez, conseguí trabajo en una cadena de tiendas y, a medida que adquiría experiencia laboral, empecé a animar a otros empleados a parar para conseguir aumentos salariales, y funcionó. La propia tienda existe desde 2019, y el sueldo de los empleados no había aumentado desde entonces, a pesar de que la situación del país ha cambiado mucho, y ese nivel salarial ya no era suficiente. Cuando llegué, empezamos a convocar una huelga pacífica por los salarios. Y todos los empleados de la cadena recibieron un pequeño aumento. Ese fue mi primer pequeño éxito en cuanto a mejorar la vida de la clase trabajadora.
¿Y hoy?
Nada más llegar a los Urales, empecé a buscar gente con ideas afines, pero en el año que llevo aquí nunca he tenido la oportunidad de conocer a nadie políticamente implicado. El movimiento de izquierdas no es tan grande aquí como en San Petersburgo o Moscú, donde tengo muchos camaradas. Toda la gente sensata va a estas ciudades porque Rusia tiene una economía centralizada y el nivel de vida en estas ciudades es más alto que en otros lugares. Básicamente, por el momento, mis relaciones con los pensadores de izquierda rusos son sólo a través de Internet.
Mucha gente piensa que Rusia es un Estado fascista. ¿También tú lo crees?
Estoy absolutamente convencido de que Rusia tiende ahora hacia un régimen fascista. Yo no diría que la forma de gobierno en Rusia es exactamente fascismo, pero la situación política es ya un factor importante en la fascistización gradual del país. Si comparamos Rusia con los países fascistas del siglo 20e , no cumple plenamente todos los criterios. De cualquier forma, es casi imposible para alguien con opiniones de izquierdas vivir aquí.
¿Cómo ves tu futuro y el de tu país?
Es una pregunta difícil, porque nací en Ucrania y había planeado construir allí mi futuro, pero con el comienzo de la guerra todo se vino abajo igual que a todo el mundo, familias, sueños y planes. Vine a Rusia por pura voluntad del destino, sin nada detrás. Así que, personalmente, aún no tengo ningún plan concreto sobre lo que voy a hacer en el futuro, ya que mi futuro depende por completo de las operaciones militares. No puedo evitar subrayar que Rusia, como país y territorio, es objetivamente bastante bonito y tiene una rica historia, pero como Estado es un lugar terrible, así que si el sistema de gobierno aquí se hiciera más democrático, entonces no me importaría quedarme aquí el resto de mi vida e incluso formar una familia. La lengua rusa en sí es única y atractiva, y la literatura rusa de los siglos 19e y 20e es en general asombrosa , así que algunas personas pueden amar de verdad este país a pesar de la pésima situación económica y política. Me gustaría esperar que tarde o temprano Rusia despierte y tome el camino correcto, porque si eso no ocurre y la situación no hace más que empeorar, eso será una catástrofe histórica.