Labour Solidarity
Publicamos esta entrevista con la compañera Ludmila, obrera en Arcelor Mittal en Kryvyi Rih y miembro del sindicato minero que está participando en la campaña de solidaridad con la resistencia ucraniana. Esta entrevista fue realizada hace dos semanas, antes de que se agravaran los cortes de luz, gas, agua e internet y que se paralizara aún más.
Florence - Para nosotros esta campaña de solidaridad internacional con la resistencia obrera ucraniana ahora es y sigue siendo extremadamente importante. Acá en los Estados Unidos y muchos otros países hemos hecho recogida de fondos entre otros sectores de los trabajadores industriales para recoger solidaridad directa con los trabajadores en Ucrania. ¿nos puedes hablar primero sobre cómo está afectando la guerra a las mujeres en la mina, en el lugar de trabajo?
Ludmila- En este momento, en la fábrica y en la mina una proporción muy importante de mujeres están suspendidas, en layoff, en las casas, cobrando nominalmente dos tercios del salario. La mayor parte de los hombres está en el frente, y la mayor parte de las mujeres en casa, con menos salario. En mi caso estoy temporariamente trabajando, pero desde enero hasta marzo estaremos suspendidas otra vez. En las minas tengo a mi hermana y a mi hermano, yo estoy en la fábrica. En la mina están trabajando ocho turnos en el mes, es decir, es también un trabajo mucho más reducido. Y no solo hay suspensiones, sino que cuando trabajamos, por culpa de los bombardeos, de repente se corta la luz y se apaga todo, y quedamos en las minas y las fábricas en total oscuridad. Se para la producción, y se generan situaciones de peligro porque los cortes son imprevistos. Todo eso hace muy pesado llevar adelante el trabajo en la producción y pone en riesgo nuestra seguridad.
Florence - Cuando hicimos el primer envío de solidaridad que mandamos con el sindicato, sabemos que una parte de los fondos se utilizaron para comprar tasers para la autodefensa de las mujeres. ¿Nos puedes explicar por qué es importante que las mujeres puedan tener el derecho a la autodefensa y el cotidiano de las mujeres en la situación de guerra?
Ludmila - Lo que pasa es así: las fábricas están en territorios extensos, y como hay menos gente a causa de la guerra, y como la producción está semi parada, y estamos trabajando en horarios de noche, con además una situación de desocupación de un 30% de la población, pues nos enfrentamos a hay una descomposición socia y a mucha delincuencia. Estamos en un contexto donde hay gente desplazada de otras ciudades que llegan, y son desconocidos. No se sabe cómo, de repente, en el territorio de las fábricas, en el horario nocturno, aparecen tipos que, por supuesto, aparecen ahí adentro para robar algo, para llevarse algo, ahí hay metal, hay cosas que pueden ser de un valor para la reventa en el mercado negro, y entonces, aparecen de repente, de la nada, y por supuesto que produce un miedo y produce una situación de tensión, de poder defenderse.
Donde yo vivo y trabajo es una ciudad obrera, pero hay mucha gente que viene que es de otra característica, son muy insolentes, o caraduras, diríamos. Hay sectores lúmpenes, que están metidos en otras actividades. Entonces, se da una situación que se pone difícil, desconocidos, gente que tiene un comportamiento muy agresivo y entonces para nosotros es importante tener los tásers.
Florence – ¿Y como están las cosas en tu fábrica y en la mina? Sabemos que en la ArcerolMittal hay 12 sindicatos para 14.000 obreros y de esos 12 sindicatos hay uno solo independiente, que defiende a las obreras, que tiene una cantidad de afiliados ahí, mínima. El resto son sindicatos de la empresa, sindicatos amarillos.
Ludmila - Tenemos es la guerra interna con la empresa, y eso pasa porque nos mandan a casa suspendidos, con el dos tercios [de salario]. ¿Saben qué significa eso? Significa 150 dólares por mes de salario, menos, 120. Esos 120 dólares representan 5.000 grivnas, ¿entienden? Entonces, eso hace que la gente esté a la defensiva, y eso no solo por la guerra, sino por la guerra con la empresa, con este tipo de empresas que aduciendo la falta de producción con el argumento de la guerra…Nosotros tenemos, por lo menos, 300 compañeros afiliados en la fábrica que son de la empresa, después está la contratista, que son unos 150 más, en total; para una fábrica que tiene, de la empresa, 9.000, y del resto, hasta 14.000. En la fábrica y en la mina serían 400 en total. En la fábrica, la mitad son mujeres, es decir, de 9.000 de la empresa, 4.500 son mujeres; en la mina es mucho menos, más o menos un 10%, estimo. Pero, son 50 y 50 en la fábrica.
Florence – ¿Nos puedes hablar del rol están tomando las mujeres en la resistencia contra la invasión rusa?
Ludmila - Con respecto a mi contacto directo con compañeras que son voluntarias, de mi taller, es decir, de la misma brigada de trabajo, del equipo de trabajo, tengo una compañera que se anotó como voluntaria para ir al frente, pero todavía no la llamaron. En general, eso pasa. Yo vi eso también, que no están reclutando, a pesar de que hay muchas que están anotadas como voluntarias. De nuestro sindicato hay alugnad mujeres en el frente, aunque la mayoría son hombres. En el sindicato nuestro hay un 10% de los afiliados que está en el frente.
Las mujeres también se organizan para asegurar la alimentación de los que están en las trincheras, es decir, preparar ayuda humanitaria con lo que se recibe. Preparan para llevar raciones al frente de determinadas comidas que son muy apreciadas, como el famoso varéniki, que es la comida tradicional y más apreciada por cualquier ucraniano, quedan muy felices que les llegue un poquito de varéniki a la trinchera.
Hoy el trabajo de las mujeres de ayuda para el frente se organiza de dos maneras: como empezaron los fríos muy fuertes y la gente se empezó a enfermar, hay talleres en las ciudades que se organizan por empresas autoorganizadas o cooperativas, para coser ropa de camuflaje para el frente. También en las trincheras hay gente que no está herida sino enferma, lo que tiene que ver con las enfermedades del frío más que nada, y están mandando medicamentos. Se organizan las compañeras, para juntar medicamentos y mandarlos como ayuda humanitaria al frente. Y también en hospitales donde están los heridos, para atención, porque no alcanza con lo que da el propio hospital, como alimentación y ropa para que se puedan cambiar y demás.
Erika - Me gustaría preguntar, pero, primero, quería solidarizarme con Ludmila. Es muy triste saber que ustedes están en medio de una guerra, de una invasión como esta, y el sufrimiento que debe ser para el conjunto de la población y en especial para las mujeres. Sabemos que en el día a día ya existe siempre la cuestión de la doble jornada, la sobrecarga doméstica para las mujeres. ¿Cómo eso se intensifica en el marco de la guerra? ¿Cómo están siendo para las mujeres las consecuencias de la guerra desde el punto de vista del cuidado de la familia, del cuidado de los hijos, si los servicios aún están funcionando, las guarderías, las escuelas?
Ludmila - Con respecto al tema de los niños, la ayuda humanitaria de los convoyes que ustedes mandaron incluyó “Pumpers” –pañales descartables, una gran marca de pañales descartables– porque aqui no había, hay déficit. Y nosotrass, las afiliadas al sindicato, repartimos eso, y las compañeras muy agradecidas nos decían: Bueno, ¿cuánto te debo, cuánto es? ¡No nada, es ayuda solidaria de otras compañeras! ¡Oh!, [respondían], sorprendidas de que algo pudiera ser gratis en esta situación donde lo cobran todo, hasta los uniformes de los soldados. Hay negocios de la guerra, también. Y entonces, el sindicato, con esta ayuda, ha mostrado una utilidad para la necesidad de las madres que tiene chicos. ¡Spaziba, spaziba (gracias, gracias), mi querida!, dicen. Todas las compañeras les transmiten a ustedes, a todos los que organizaron el convoy un enorme agradecimiento, muy grande, de las compañeras de base que están ahí. Yo, por ejemplo, tengo mi madre enferma, y recibí a nivel de la ciudad una pequeña ayuda humanitaria que repartían. Ahora está mucho más pesado porque con los bombardeos están cortando el agua cada cuatro horas, entonces tenemos que juntar el agua; se corta la luz, y se hace mucho más pesado organizar la vida de la casa y de la familia. Mi mamá vive conmigo y, entonces, tengo que atenderla. Mi madre tiene 74 años y no sale de la casa, está en una situación de gran dependencia y alguien tiene que estar permanentemente llegando para ayudar. También hay un problema muy grande con los chicos que están en la casa y no están pudiendo ir al colegio. Hay muchos problemas con la educación, porque los chicos quieren ir a la escuela, pero, bueno, con los bombardeos no se puede…
Marisa - Nosotros tenemos aquí en el Brasil conocimiento de esa guerra absurda que ocurre ahí en Ucrania, que Rusia invadió a Ucrania, y algunas noticias que llegaron aquí y que a mí me gustaría que comentases, que es sobre la violencia contra las mujeres en la guerra, porque nosotros tenemos un ejemplo aquí –que no era bien una guerra pero que era como si fuese, una guerra contra los pobres–, en la que Brasil invadió Haití para garantizar (entre comillas) “la paz en Haití” y hubo más de 2.000 denuncias de violación de mujeres en Haití, y sabemos que esa práctica es una táctica de guerra, una táctica militar, la violencia contra las mujeres. Yo quería saber si en Ucrania ha sido así, si esa práctica es también allí de violencia contra las mujeres.
Ludmila – Eso es verdad. Es absolutamente cierto esto de la violación y el abuso como arma de guerra; eso existe y estamos enteradas [de eso]. Aquí no es una zona ocupada por las tropas, pero igual es una situación muy tensa para nosotras salir de casa, por la oscuridad que hay. Además de que en el invierno hay un oscurecimiento mucho más prolongado aquí, y ahora hay cortes de luz, y las encienden un poco a las 5 de la mañana porque es el movimiento de la gente para salir al trabajo y después nuevamente la cortan. Y es eso, más o menos. Yo siempre digo: no se abre a nadie, cierro todo, salgo con mi spray, con mi taser, como un reaseguro, pero realmente es la oscuridad y una situación de tensión que se vive hasta llegar al trabajo y, como les expliqué, en el trabajo también; esa sensación de vulnerabilidad que hay. Y hay mucha gente adicta, no solo alcohólicos, sino drogadictos de todo tipo. También entre los ocupantes rusos hay muchos que se drogan y que no está en su sano juicio.
Florence – Muchas gracias, Ludmila, vamos a seguir la campaña de solidaridad obrera con la clase trabajadora ucraniana. La solidaridad material es hoy más importante que nunca, con la llegada del invierno y los efectos destructivos de los bombardeos sobre la infraestructura agua y energía en Ucrania.
Ludmila - Lo único que les digo chicas, es que les agradezco mucho a ustedes, muchísimo toda esta campaña de solidaridad que están haciendo, y que nos refuerza mucho aquí. También les comparto que espero con ansias el momento en que termine la guerra y que nos podamos encontrar en tiempos de paz y podamos seguir intercambiando estas cuestiones.